SANTA ANA:
Situado al pie del rompeolas en un rincón del puerto se encuentra el peñón de roca natural conocido hoy en día como el peñón de Santa Ana. Antes de la construcción del citado rompeolas, esta imponente pared de piedra hacía las veces de paso natural de todas las embarcaciones que salían de puerto a la mar. Era conocido entonces como el Cantu Santa Ana o Canto de Santa Ana.
En la parte superior del peñasco divisamos una pequeña construcción de planta rectangular con pórtico adintelado, construida en piedra con techumbre de madera a cuatro aguas.
Los orígenes de esta construcción nos llevan hasta la época romana durante la cual se levantaba en este rincón del Cantábrico la colonia Flavióbriga, aunque bien es verdad que excavaciones realizadas en años anteriores han descubierto restos que avalan la utilización de esta atalaya desde el periodo magdaleniense en el paleolítico superior.
Son numerosas las fases constructivas que ha sufrido el edificio por lo que desentrañar la época y la función de cada uno de los restos encontrados (muros, cimientos, etc) ha resultado realmente difícil. Además, debemos tener en cuenta que gran parte de los objetos encontrados forman parte del material de relleno que a lo largo de los siglos ha sido traídos desde las proximidades de la iglesia Sta. María de la Asunción, antiguo cementerio medieval.
Aún así, de entre los restos visibles en el suelo acristalado del interior, encontramos los restos de una posible construcción romana. Se cree que pudo tratarse de un faro debido a la situación estratégica del peñón dentro del puerto.
El resto de construcciones solapadas entre sí, abarcan desde la edad media hasta la actualidad.
La función de este edificio durante la edad media hasta el siglo XVIII fue la de centro religioso a modo de ermita y más importante aún, la de centro político y administrativo. La ermita de Sta. Ana fue el lugar de reunión del Cabildo de Navegantes y Mareantes de San Andrés, institución importantísima dentro de la vida y la hostoria de la villa marinera.
Los motivos de sus numerosos derrumbes y reconstrucciones han sido varios: épocas de crisis, guerras, desuso, desastres climatológicos…
La escalinata de piedra que se desarrolla desde la base hasta el pórtico, recoge en su primer tramo, parte de los escalones del desaparecido Teatro de la Villa situado en la Plaza de La Barrera y derruido en 1979 . Estas escaleras son accesibles durante todo el año, no así el edificio. Éste suele abrir sólo durante la temporada estival. No obstante recomendamos siempre dirigirse a la oficina de turismo regional situada en el Parque Amestoy.
PUENTE:
Dice la canción:
“Puente romano, (puente romano)
junto al rompeolas , (junto al rompeolas)
donde las olas, (donde las olas )
van a bañar , hay, hay ¿a quién?
a las castreñas, (a las castreñas)
enamoradas, (enamoradas)
de aquella virgen
que está en la peña
mirando al mar.”
El mal llamado por todo el mundo “puente romano”, está también situado en el puerto, frente al peñón de Santa Ana.
Sin embargo, la construcción de este puente se localiza en la edad media, aunque debido a un temporal la parte superior tuvo que ser reconstruida hace algunos años.
Está construido en piedra con forma de arco ojival y formaba parte de un conjunto de puentes y pasarela que unían el promontorio donde se sitúa el castillo-faro con la ermita de Santa Ana aislada de la tierra ya que al peñón lo rodeaba el mar hasta la construcción del actual puerto.
El puente y la pasarela hermanas de éste, fueron derruidos a principios del siglo XX para facilitar la instalación de la maquinaria encargada de construir el rompeolas.
A los pies del puente sorprende la presencia de un entrante de mar confinado en una gran construcción a modo de piscina de piedra cuadrangular que se llena y vacía según el nivel de la marea.
Estos dos elementos arquitectónicos están incluidos dentro de la ruta medieval que os proponemos recorrer en esta página.